Tango


Miradas que se cruzan, cuerpos que se funden en un sensual abrazo que dura lo que una ilusión, como una estrella fugaz. Luego se separan con fuerza, se observan con el odio propio de los amantes, para entregarse una vez más a la danza que los embriaga, que los transporta a un universo en el que solo existen ellos dos.
Guiados por estas melódicas notas los tangueros entonan sus canciones, cuentan una historia. La agonía de un corazón por el amor no correspondido evoca imágenes nostálgicas de noches de ron, de locura, de la soledad que acompaña a todo aquel que canta “El día que me quieras”.
Las parejas se buscan, alimentados por el sentimiento que los habita. Puede ser lujuria, amor, odio o celos; pero se encuentran y se entregan al misterio que envuelve esta danza, a su melancólico ritmo.
Así, lenta y delicadamente, pasan las horas mientras hombres y mujeres disfrutan la suave caricia del rose de sus cuerpos, que en ese momento da sentido a su existencia.